“Arranqué a jugar porque crecí en el campo con los caballos y mis primos lo jugaban”, recuerda el deportista nacido en Rawson, provincia de Buenos Aires. “Es el deporte de los gauchos argentinos y, como a todo lo nacional, no se le da mucha importancia. También es un poco costoso”, opina.
En Europa se juega bajo el nombre de Horseball. La gran diferencia con el pato argentino es que se practica en una cancha mucho menor. El campo es 118-220 metros de largo y 80-90 de ancho, mientras que en el Horseball es de 70m. por 30m. de ancho.“Hay muchas diferencias, pero el pato tiene más adrenalina y es más divertido para verlo, el Horseball no”, considera Lanfranco.
Con 25 años, participó de su primer Mundial celebrado en Ponte de Lima, Portugal, obteniendo el cuarto lugar y así lo vivió: “Es una de las experiencias más lindas de mi vida, no hay palabras para explicar lo que se siente”. Este año, Argentina tendrá otra chance en Montpellier, Francia, del 7 al 11 de noviembre.
El ganador de los Premios Jorge Newbery 2010 y 2011 en su especialidad, otorgados por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se muestra muy a gusto por todo el esfuerzo que desempañe: “Son fruto del trabajo diario. Mi sueño es poder conseguir el Abierto de Palermo”, el torneo más importante que se disputa anualmente hace 71 años, ganado cuatro veces por Lanfranco. “El mejor momento dentro de una cancha fue cuando logré el primer Abierto con mi hermano (Juan Ignacio), pero lo más lindo fue conocer gente y cosechar muchos amigos viviendo momentos inolvidables”, concluye con gran humildad el joven que pasa gran parte del día trabajando con su padre en su propio campo.
UN POCO DE HISTORIA
Según algunas crónicas, el pato comenzó a disputarse hace 400 años en las grandes llanuras con 20 participantes de cada lado y con un pato vivo. Con el paso del tiempo, se fue adaptando y se reemplazó el animal por una pelota de cuero blanco con seis manijas. Los partidos tienen una duración de 8 minutos divididos en seis tiempos.
En 1822, el gobernador Martín Rodríguez prohibió el juego a causa de lo peligroso que era y anunció que quien lo jugaba debía realizar trabajos públicos por dos meses. Ocho años más tarde, el estanciero Alberto Del Castillo Posee realizó en La Plata una exhibición que despertó el interés del público con ocho jinetes de cada lado. Finalmente, en 1938 se reglamentó y en 1941 se creó la Federación Argentina de Pato.
NOTA PUBLICADA EN DIARIOPUBLICABLE.COM
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